Catriel, sabado y poesia
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Este sábado que paso, se desarrollo en Catriel la muestra internacional “Letras fugitivas”; VI Muestra de literatura de cordel. No voy ha realizar ningún análisis ni critica al respecto. Creo que comentarios mas acertados serán realizados por Néstor.
Me limitare aquí a volcar solamente mis experiencias, como mero espectador de la muestra.
Debo reconocer que la plaza lucia distinta. A la caída del sol, las blancas hojas resplandecían bajo la luz intensa; una suave brisa las balanceaban y extrañas alas parecían flotar en el intenso contraluz.
Leí muchísimas (casi todas las colaboraciones que llegaron) y eran más que abundantes. Cosa extraña eso de salir por la tarde, sin prisa, a detenerse a leer un poema. En este mundo de horarios, apuros, y tecnología, una simple hoja de papel era capaz de detener el tiempo y transportarnos a lejanías y cercanías. Creo que resultaba casi surrealista.
Había trabajos y selecciones de los más diversos lugares y de los gustos más disímiles.
Aquí y allá, chiquitines correteando tras una pelota o con sus bicicletas, iluminaban las transparentes hojas con su risa.
Cada poema leído era una puerta que se abría a distintos senderos desconocidos. Nombres conocidos, vecinos de este pequeño pueblo que sueña con grandezas de ciudad.
Como serán los instantes en que mi vecino se sienta a desgranar sus letras?...cuantas cosas lo movilizan que desconozco?...cuantos sueños y cuanta vida ocultas detrás de ese circunspecto y formal : “buen día” que cruzamos circunstancialmente en la calle…
Como serán los instantes en que mi vecino se sienta con su libro a leer?...será en las madrugadas?...será cuando el sol cae?...que emociones estremecen su alma cuando la poesía le susurra en los oídos para filtrarse hasta el alma?
Me senté lejos y solo; últimamente eludo las multitudes por más que sean pequeñas y conocidas.
Desde mi puesto de observación (y seguramente de observado) podía ver los visitantes que iban y venían. Los organizadores: nerviosos, contentos y ajetreados. Un pequeño grupo charlando afablemente mientras el mate circulaba de una mano a otra. Mas allá los que trataban de hacer que el sonido fuese eso y no solo estridencia y ruido.
Un pequeño grupito de adolescentes se acerca, lee algo, se ríen entre ellos…siguen caminando; algunos intentan acercarse a leer nuevamente pero el grupo es mas poderoso y se alejan entre risas y empujones.
Una joven madre con su hijo de unos 3 años, que intenta leer mientras su vástago corre de aquí para allá; finalmente el niño puede más y tomándolo en sus brazos se aleja de la plaza con paso rápido. Un matrimonio mayor lee con dificultad; saludan cortésmente a quienes pasan y su lectura es distraída por charlas con otros transeúntes. Finalmente se encuentran con amigos y, formando un pequeño grupo, se ponen a conversar a un costado de la plaza, entre la sombra y la luz naranja del sol que va cayendo.
Algunos se acercan con un estereotipado “aire intelectual”; con el expresión adusta leen en silencio todas y cada una de las hojas, y los movimientos suaves de su cabeza, parecen aprobar o desaprobar lo leído.
Con paso seguro, otros van directamente a uno de los extremos del cordel e inician una minuciosa y concentrada lectura…a poco andar, se observa que miran con cierta aprensión, el lejano extremo de la cuerda de donde pende la última hoja. Pereciera que cuanto más avanzan en la lectura, mas se aleja el final. Algunos, estoicamente, alcanzan la lejana meta y, una vez alcanzada, desaparecen con paso apretado; otros muchos ven la tarea como imposible y sobre la mitad de la lectura, comienzan a mirar hacia un lado y otro hasta que finalmente se alejan como si hubiesen arrojado una piedra a un ventanal.
Con el correr de la tarde, la concurrencia es mas nutrida y diversa…charlas por todos los rincones, niños jugando, parejas abrazadas que pasan indiferentes a todo aquello que no sea su mundo. Ropas informales y vestidos largos se mezclan como en un escaparate improvisado. Una estatua viviente (cosa que nunca logre entender) llama la atención de los chicos y de unos cuantos grandes. Música de fondo con canciones de León Gieco, de los Parra y muchos otros, tiñen la tarde de americanismo.
Hay un clima de fiesta; de fiesta mansa y rica, fiesta de la gente. Poemas que esperan con los brazos abiertos la vista ávida de emoción y descubrimientos.
Expresión cultural de un pueblo que no se resigna a “lo oficial” y traza brechas en busca de sueños distintos.
Alguien dijo: “No hay nada mas sin apuro/ que un pueblo haciendo su historia…”; no se si un poema es capaz de cambiar la historia; si tengo la plena seguridad que ilumina los caminos construidos y transitados.
Etiquetas: Literatura y poesia
3 Comments:
Letras que huyen para quedar ahí detenidas cual recuerdos mecidos por el tiempo.
Fabuloso espectador queriendo aprehender los sueños en la calle esparcidos...
¿Sabés?, hacía mucho que no sacaba a pasear a tu gato, qué mejor que hacerlo por entre tus calles, el pobrecito estaba todo entumecido y agarrotado; ahora está ahí quietecito mirando con extremada atención como tecleo...curioso gatoooo, jajaja.
la pega
Qué linda experiencia para el pueblo, no?
Fotos? Sacaste fotos?????????
Beso Flaquito!
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