Mi PATAGONIA 16 ( El Chocon)

Hoy los invito a realizar una breve excursión por la meseta patagónica, hasta un lugar cercano a Catriel, por el que gusto hacerme algunas escapadas de fin de semana, y en donde he cosechado algunos muy buenos amigos.
Este viaje virtual, nos traslada a solo 220 Km. de Catriel, mas precisamente a la localidad neuquina de “El Chocon”.
El chocon nace como una pequeña villa, con motivo de la construcción de una de las primeras grandes represas hidroeléctricas de la zona, dando lugar a la formación del inmenso lago “Ezequiel Ramos Mexía”.
Zona rica en restos paleontológicos de todo tipo, en sus tierras se encontró el carnívoro mas grande del mundo el “Gigantosaurius Carolini”.
La villa reúne características muy particulares; es pequeña, con total ausencia de vida nocturna; esta emplazada sobre la costa del espejo de agua y en ella se puede transitar únicamente a pie. En vehículo solo se puede recorrer su perímetro. Por estar sobre el filo de la barda de piedra arenisca, cuenta con muchos desniveles, que le dan un aspecto muy pintoresco; a esto debemos sumar que todas sus calles peatonales, sus escaleras, rampas, canteros y terraplenes están construidos en “canto rodado”; si le sumamos el intenso verde de su césped y sus arboledas, nos encontramos ante un lugar que merece ser visitado. Además cuenta con un pequeño, pero muy rico museo paleontológico, en el cual es posible observar de qué manera trabajan los paleontólogos y técnicos especializados con las piezas recogidas en la zona.

Pero ustedes, que de a poco me van conociendo, ya habrán descubierto que no soy un “ser urbano”, sino mas bien un “loco de campo”, y me gusta ir allá para pasarme interminables horas recorriendo sus imponentes e infinitos cañadones.

El “Cañadon escondido” o “El Anfiteatro” son lugares maravillosos para pasar días enteros recorriéndolos y disfrutando de esa maravillosa aridez poblada de formas y colores.

La historia de la tierra se nos revela a cada paso; allí, los distintos estratos de color nos hablan de siglos teñidos de amarillo o rojo; más adelante imponentes troncos petrificados (xilopalos) abren nuestra imaginación a bosques fantásticos; de pronto nos parece sentir que la tierra tiembla bajo nuestros pies, al descubrir las inmensas huellas (ictitas) de dinosaurios.

Todo es magia…entre las arenas móviles de los cañadones asoman trozos de fósiles aun no recuperados, pero guardados celosamente por los lugareños.
Dentro de las cárcavas, el viento y el agua se han empeñado en dibujar caprichosas formas que nos transportan en tiempo y espacio.

Por la noche, cansados, solo queda tiempo para una agradable cena entre amigos, sin televisión, que se extiende hasta la madrugada. Una fugaz vista al lago, con la luna navegando sobre las breves olas completa la jornada.
Mañana, con el amanecer, los amigos esperan para una nueva salida, nuevos descubrimientos, nuevos asombros…en tanto “El Carolini” nos observa desde las bardas lejanas…
Fotos: El Cofla